El pueblo Xinka, al parecer, no está en venta. Las trampas, la violencia, los sobornos y las
artimañas políticas no han bastado para convencerles de que la mina de plata en su territorio
fue alguna vez una buena idea. Las hábiles comunicaciones sobre el compromiso de la
empresa con la protección de los derechos y el medio ambiente no calaron en quienes han
sufrido palizas, criminalizaciones, y cosas peores, y cuya agua potable ha sido contaminada
con arsénico. Detuvieron a la mina en seco.
Los opositores a la mina son campesinos, agricultores y cafetaleros, jóvenes y adultos
mayores, mujeres y hombres, defensores y manifestantes callejeros quienes juntos han
desarrollado una fuerza considerable: La Resistencia. Después de años de vivir en peligro, en
el año 2017 lograron una victoria: la Corte Constitucional del país suspendió la licencia de
operación de la empresa por falta de una consulta adecuada con las comunidades indígenas
que viven aquí.
Mientras la consulta retrasada sigue su curso, las calles guardan silencio. Pero los recuerdos
de la violencia pasada quedan vivos.
Progreso y peligro
Para garantizar que no haya violaciones a la orden judicial—para garantizar que la empresa no
intente reiniciar las operaciones en secreto, en otras palabras—los miembros de La Resistencia
han instalado dos campamentos al borde de la carretera; desde allí, monitorean todo el
combustible y el cemento que llega a la mina.
Una noche, un grupo de hombres con equipo antidisturbios llegó en una camioneta y golpearon
a los activistas de guardia.
En ese momento se encontraba allí Marisol Guerra, quien sufrió lesiones.
Si imaginas que los activistas que libran estas batallas son un puñado de tipos a los que les
gusta gritar y pelearse, piénsalo otra vez. Guerra es modesta y amable. En algún momento de
la vida, era callada. Al principio del movimiento, tenía miedo de hablar en las reuniones, pero
las vicisitudes de los últimos años han cambiado la situación. Ahora es una lideresa reconocida
y una representante de su comunidad en el proceso de consulta. «Me llena de orgullo,” ella
dice, «que al igual de otras mujeres, hemos encontrado nuestras voces».
Pero, explica, "por ejercer nuestros derechos democráticos fundamentales nos enfrentamos a la persecución, la criminalización y las amenazas de muerte".
Y los activistas saben que a veces los vigilan. Por mucho que a Guerra le gustara descartar ese comportamiento amenazador como una mera intimidación, los activistas han sido asesinados por fuerzas favorables a las minas, así que tiene que tomárselo en serio.

La mina de plata Escobal en San Rafael las Flores, Guatemala. Elizabeth Stevens/Oxfam
Oxfam: las empresas deben defender a los defensores
La Resistencia no está sola. Las empresas petroleras y mineras tienen amplia fama de agredir
a sus oponentes ciudadanos.
«Al subcontratar, pueden ocultar su rol en la intimidación y el terror hacia la ciudadanía», dice
la asesora en derechos humanos de Oxfam, Caroline Brodeur.
Y eso no es lo peor: la organización de derechos humanos, Front Line Defenders, calculó que
en el 2022 fueron asesinados 401 defensores y defensoras de derechos humanos en todo el
mundo.
Oxfam lleva años presionando a las empresas del sector privado para que se tomen en serio el
principio del consentimiento libre, previo e informado antes de poner en marcha proyectos que
puedan perjudicar a las comunidades locales. Ahora, la organización presta especial atención a
la protección de los activistas que luchan en todo el mundo por defender los derechos y el
medio ambiente. (Para más información, consulte el documento informativo «Amenazas a los
defensores de los derechos humanos. »)
Oxfam también está apoyando al Parlamento Xinka, una organización indígena que
desempeña un papel central en el proceso de consulta, para abogar ante representantes
políticos en Estados Unidos. Ocho miembros del Congreso de los Estados Unidos han emitido
una carta al Secretario de Estado Blinken sobre los derechos del pueblo Xinka, y cinco
senadores han presentado un proyecto de ley—El Global Voices of Freedom Act—para la
protección de los defensores de los derechos humanos y el medio ambiente. (El Parlamento
Xinka ganó recientemente el Premio RFK de Derechos Humanos por su defensa de la tierra,
los derechos y la cultura Xinka).
Así que aquí estoy
La Resistencia es más ligera que al principio; los esfuerzos de intimidación han sido eficaces
en algunos casos. Pero para los miembros incondicionales de la oposición, cuanto más
escandalosas son las tácticas de las fuerzas pro-minería, más fuertes y seguros se sienten.
Guerra es un buen ejemplo. «El ataque me dio mucho miedo, pero ahora pienso: me golpearon
pero no me quitaron la vida. Así que aquí estoy». Se ríe, luego su voz se ensombra.
«Defenderé nuestro territorio hasta el final, aunque me cueste la vida».
«Marisol es valiente», dice un agricultor en el campamento. «Es nuestra heroína».
Pero para Guerra, el heroísmo no yace en lo individual sino en el propio movimiento. «Estoy
orgullosa de formar parte de un grupo que con nuestras voces y acciones ha conseguido
detener a una empresa minera», afirma. «La próxima generación tendrá que continuar esta
lucha».